martes, 31 de enero de 2012

Catálogo de Servicios 2012

Ya esta aqui nuestro Catálogo de servicios 2012, te invitamos a verlo y darnos tus comentarios.

Para bajar el catálogo da Click en:


O tambien puedes ver nuestro servicios en el menú de este blog.

¿Que opinas?

viernes, 20 de enero de 2012

¿Que hacer si te quedas sin Internet?


1. Checa el . ¿Tu avisa a cada rato sobre posibles amenazas? Ahora que no hay , es buena todos y cada de los en tu , un análisis exhaustivo que seguramente has retrasado por el tiempo que requiere, pero ahora que no puedes twittear es buena , con .

 2. A leer. ¿Recuerdas ese libro que está empolvado en la mesa y que prometiste terminar de leer hace tres semanas? Es el momento de agarrarlo de nuevo y clavarte en la trama, seguro más interesante que las historias de Facebook sólo necesitas darle chance. Así que, ¡a leer! 

3. Desfragmentar. Este proceso con el que se acomodan los archivos del disco duro para que ocupen menos espacios y crezca la vida útil de tu aparato, puede llevar bastante tiempo, así que es una buena tarea por hacer. Puedes poner a desfragmentar tu computadora y mientras tomar una siesta. 

4. Series. Si no solamente ves tus series favoritas por cuevanta.tv o páginas similares y te has tomado el tiempo de bajar temporadas de tus programas favoritos, éste es el momento para actualizarte en la vida de tus personajes favoritos o recordar los dramas de series viejitas. 

5. Limpia. ¿Qué prefieres, agarrar la escoba o seleccionar archivos que ya no te sirven? Cualquiera de las dos opciones son una buena idea para ocupar el tiempo. Mira a tu alrededor, ¿tu casa necesita limpieza? Si la respuesta es sí, adelante, ¿qué esperas? Si la respuesta es “sí, pero me da flojera”, no te levantes de tu silla e inicia la limpieza del disco duro, ya es hora de poner las cosas en orden, así que selecciona canciones que ya no te gusten y elimínalas, fotos  movidas ¡adiós! Todo lo que esté ocupando espacio en tu computadora y no sea funcional se puede ir. 

6. Aliméntate bien. Si eres de aquellos que mitiga el hambre con una bolsa de papas frítas porque es lo más rápido, puesto  que “no tienes tiempo”, ¿qué crees? Sin internet ¡tienes tiempo! Así que dirígete a la cocina o al supermercado y busca opciones más saludables que snacks, como frutas y verduras. Si te animas puedes preparar algo más elaborado. 

7. Escribe. ¿Qué es una computadora sin internet? ¡Una máquina de escribir! ¿Te acuerdas cuando las usabas? ¿No? Bueno, es tiempo de recordar, así que utiliza las horas sin red para escribir sobre lo que quieras; seguramente con las redes sociales has olvidado tu blog, así que es tiempo de revivirlo, sin que subas nada, sólo externando todo lo que quieras decir. Tu biografía, es una buena recomendación. 

8. Copia de seguridad¿Has escuchado eso de “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”? No dejes que te pase, piensa en todo lo que tienes en tu disco duro, ¡una vida entera! Aprovecha este momento para hacer una copia de seguridad de los archivos más importantes. 

9. Organiza. Colecciones de películas, libros, discos o lo que se te ocurra. 

10. ¡Sal al mundo real! No tengas miedo, hay un mundo allá afuera al que si le das una oportunidad, podrás adaptarte fácilmente. Ok, tal vez eso fue un poco exagerado, pero no te “deprimas” porque no “andas en la nube”, aprovecha para visitar amigos a los que hace mucho no ves,  broncéate,  pasea en un parque, visita a tus papás, habla con otras personas, ¡sal!


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viernes, 13 de enero de 2012

20 Frases sobre la confianza para managers


 Tomado de: Puertomanagerblog,  Autor: Andrés Ubierna.   http://bit.ly/xb6Zad

 “La confianza es algo que si dejamos que se erosione termina derrumbando al gobierno más poderoso, a la empresa con más éxito, al liderazgo más influyente, a la amistad más sincera, al carácter más fuerte y al amor más profundo. Y si logramos desarrollarla y aprovecharla, la confianza encierra el potencial de generar un éxito y una propsperidad sin parangón en todos los ámbitos de la vida… ” Al menos esto afirma Stephen M. R. Covey en Factor Confianza, el libro que escribió junto a  Rebecca Merrill y del cuál extraje las frases que aquí muestro.
  1. La rapidez surge cuando las personas… tienen una verdadera confianza mutua. Edward Marshall.
  2. La técnica y la tecnología son importantes, pero incorporar confianza es la cuestión clave de la década. Tom Peters.
  3. No hay éxito sin confianza. La palabra “confianza” representa casi todo lo que uno puede esforzarse por conseguir que contribuya al éxito. Jim Burke, ex presidente y director general de Johnson & Johnson.
  4. Ya estés en un equipo deportivo, en una oficina o seas miembro de una familia, si no hay confianza mutua, habrá problemas. Joe Paterno, entrenador de fútbol amereicano en Penn State University.
  5. Valores trascendentes como la confianza y la integridad se traducen literalmente  en ingresos, beneficios y prosperidad. Patricia Aburdene, autora de Megatendencias 2010: el surgimiento del capitalismo consciente.
  6. La desconfianza duplica el coste de  hacer negocios. John Whitney, Profesor en Columbia Business School.
  7. Al ir a trabajar, la principal responsabilidad debería ser generar confianza. Robert Eckert, director general de Mattel.
  8. Pocas cosas pueden ayudar más a un individuo que atribuirle responsabilidad y hacerle saber que confías en él. Booker T. Washington.
  9. La confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito… la esencia del heroísmo. Ralph Waldo Emerson.
  10. Las pequeñas cosas cuentan. Como cuando alguien entra para hablar con un directivo y su secretaria le dice que está reunido cuando no lo está. Son esas pequeñas cosas que los trabajadores perciben. Frank VanderSloot, presidente y director general de Melaleuca.
  11. Busco tres cosas a la hora de contratar a una persona. La primera es la integridad personal, la segunda es la inteligencia y la tercera, un gran nivel de energía. Pero si no tienes la primera las otras dos acaban matándote. Warren Buffett, director general de Berkshire Hathaway.
  12. La única manera de generar confianza en el ámbito profesional o personal es ser digno de confianza. Gerard Arpey, director general de American Airlines.
  13. Cualquiera que no sea cuidadoso con la verdad en los asuntos pequeños no es digno de confianza en los asuntos importantes. Albert Einstein.
  14. Quién eres, cuáles son tus valores, qué representas… son tu ancla, tu norte. No vas a encontrarlo en ningún libro; lo encontrarás en el alma. Anne Mulcahy, presidentea y directora general de Xerox.
  15. La gente no escucha cuando hablas, te mira los pies. Anónimo.
  16. La verdad se hace patente mediante los actos… Hank Paulson, presidente consejero de Goldman Sachs.
  17. No puedes impedir una gran catástrofe, pero sí construir una organización que esté dispuesta a luchar, con una moral alta, que sepa comportarse, que confíe en sí misma, donde las personas tengan confianza mutua… porque sin confianza, no lucharán. Peter Drucker.
  18. La gente con quien me resulta difícil tratar… es gente que no da toda la información. Esconden delibaradamente partes de la historia, distorsionan adrede los hechos. Shelley Lazarus, presidente y consejero delegado de Ogilvy & Mather.
  19. Lo que me molesta no es que me hayas mentido, sino que ya no puedo creer más en ti. Friedrich Nietzsche.
  20. Existen tres señales que distinguen a un hipócrita: cuando habla, miente; cuando promete, no cumple, y cuando en él se confía, traiciona.
Podría seguir con la lista, pero mejor te recomiendo la lectura del libro. El tema lo vale
 
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martes, 10 de enero de 2012

Catálogo 2012 de conferencias gratuitas

Ya está el Catálogo de Conferencias Gratuitas


Estas conferencias estan diseñadas para ser impartidas a grupos desde 10 personas en adelante, son gratuitas y con la calidad que  Family Training ofrece en todos sus productos.

No esperes más, descarga el catálogo y aparta tu fecha con tiempo.

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Porque la familia está en el corazón de cada una de nuestras vidas, debe estarlo también en el corazón del debate público



“la cuestión familia” en nuestras sociedades debe ponerse en el centro de la vida social y política.

“Si le preguntamos a cualquier persona  que nos hable de su familia, seguramente evocará a sus ascendientes y descendientes, un conjunto de personas que viven donde él ha nacido, que ama, familiares o distantes... las respuestas serán diferentes según los casos. Sin embargo, cada uno sabe de qué habla cuando se refiere a la familia, algo muy esencial, precioso, central, algo que toca los aspectos más profundos de su existencia.”

“Hablar de la propia familia es hablar del lugar donde vive, de su ambiente, de la educación que se ha recibido o de la que trata de dar a los suyos, de los proyectos compartidos, del trabajo y de la vida cotidiana. La familia está en el centro de las preocupaciones de todas las personas.”

“Si la familia está en el corazón de cada una de nuestras vidas,  es imprecindible llevarla al corazón del debate público” y “mostrar el camino que conduzca a una política familiar global, que asuma la «cuestión familia» en todas las decisiones políticas, que asegure que las familias no sean las permanentes olvidadas de los avances económicos y sociales, que se les reconozca una participación activa en la elaboración de las respuestas a los grandes desafíos de nuestra sociedad.”

 “Frente a los grandes desafíos que enfrenta Francia y Europa en general, la lucha por el empleo, por la integración social, por la salvaguarda de los sistemas de salud y de retiro, por las grandes problemáticas que plantean el envejecimiento de la población y el aumento de la expectativa de vida, por la modernización de la educación, las familias no son un problema sino parte de la solución.”

“Lugar por excelencia de todas las solidaridades, potente factor de integración social, último refugio contra la exclusión y la desesperanza, usina de valores y de estructuras, protagonista de la vida social y cultural... la familia lo tiene todo para aportar al debate social y lo tiene todo porque, sencillamente, está en el corazón de la vida.”

“Ignorar o no defender los derechos de la familia es un atentado directo a los derechos del hombre.”

“Reconocer la especificidad de la institución familia, comprometerse en la construcción de una política familiar global, es buscar y encontrar a la vez, las respuestas humanas e inteligentes a los desafíos de nuestra sociedad contemporánea

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jueves, 5 de enero de 2012

Hola:
Feliz año 2012, este año deseamos comenzar con un ensayo de G.K. Chesterton en español tomado de http://juanmanuelsalmeron.com/
La mujer-G.K.CHESTERTON

Título original: «Woman», en All Things Considered.

Traducción de Juan Manuel Salmerón, extraída de su pagina Web:


Me escribe un corresponsal una carta de gran interés y competencia a propósito de ciertas alusiones mías a la cuestión de las cocinas comunitarias. Él las defiende lucidísimamente desde el punto de vista del colectivista calculador. Pero, como muchos otros de su escuela, parece no comprender que la cosa puede verse de otra manera, que nada tiene que ver con tales cálculos. Afirma que sería más barato que todos comiéramos a la misma hora, a fin de que usáramos la misma mesa. Es verdad. También sería más barato que todos durmiéramos a distintas horas, a fin de usar solo un par de pantalones. El asunto, sin embargo, no es lo barato que compramos, sino qué es lo que compramos. Es barato tener un esclavo. Y aún lo es más serlo.
Dice también mi corresponsal que la costumbre de comer fuera, en restaurantes, etc., está creciendo. Lo mismo, creo, que la costumbre de suicidarse. No es que quiera relacionar ambos hechos. Parece bastante evidente que un hombre no pueda salir a comer en un restaurante porque acabe de suicidarse, y quizá sería demasiado decir que se ha suicidado porque acababa de comer en un restaurante. Pero ambos casos, puestos uno junto a otro, bastan para demostrar lo falso y ruin de esa eterna discusión sobre lo que está de moda. La cuestión para los hombres de bien no es si algo está incrementándose, sino si estamos incrementándolo nosotros. Yo como en restaurantes con mucha frecuencia, pues así lo aconseja la índole de mi trabajo: pero si pensase que haciéndolo contribuyo a la difusión de la comida comunitaria, no volvería a pisar ninguno; me llevaría pan y queso en el bolsillo o sacaría chocolate de las máquinas automáticas. Y es que hay cosas cuyo carácter personal es sagrado. El otro día lo dijo perfectamente el señor Will Crooks: «Lo más sagrado es poder cerrar nuestra puerta».°
Dice mi corresponsal: «¿No se ahorrarían nuestras mujeres la pesada tarea de cocinar y todas las preocupaciones que ello conlleva, quedando libres para dedicarse a la alta cultura?». Lo primero que se me ocurre decir es muy simple y forma parte, creo, de la experiencia de cada cual. Si mi corresponsal encuentra el modo de evitar que las mujeres se preocupen, será un hombre muy, pero que muy notable. Creo que el asunto es más profundo. Ante todo, mi corresponsal obvia una distinción que es fundamental en la naturaleza humana. Teóricamente, supongo que todo el mundo quiere verse libre de preocupaciones. Pero seguro que nadie quiere verse libre de actividades que preocupan. A mí me placería en extremo (lo digo como lo siento en este momento) verme libre de la penosa faena de escribir este artículo. Pero eso no significa que me gustaría librarme también de la penosa faena de ser un periodista. Que algo nos preocupe no quiere decir que no nos interese. La verdad es lo contrario. Lo que no nos interesa, ¿por qué habría de preocuparnos? Las mujeres se preocupan por el gobierno de la casa, pero son las más interesadas las que más se preocupan. Les preocupan mucho sus maridos y sus hijos. Y supongo que si estrangulásemos a estos y aturdiésemos a aquellos, les quedaría tiempo para dedicarse a la alta cultura. O sea, quedarían libres para preocuparse por la alta cultura. Pues las mujeres se preocuparían por eso tanto como se preocupan por cualquier otra cosa.
Yo creo que este modo de hablar de las mujeres y de su alta cultura es una excrecencia exclusiva de las clases que (a diferencia de la periodística a la que pertenezco) disponen siempre de elevadas sumas de dinero. Una cosa curiosa observo. Quienes sobre ello escriben parecen olvidar que existen las clases trabajadoras y asalariadas. Como mi corresponsal, dicen, eterna letanía, que la mujer es esclava del trabajo. Pues ¿qué es el hombre, por los clavos de Cristo? Esta gente se figura que todos los hombres son ministros. Hablan del hombre como si no pensara más que en conquistar poder, labrarse un porvenir, dejar huella en el mundo, mandar y ser obedecido. Esto quizá sea cierto para ciertas clases sociales. Los duques, por ejemplo, no son esclavos del trabajo; pero entonces tampoco lo son las duquesas. Las damas y caballeros de la alta sociedad sí están libres para dedicarse a la alta cultura, que de preferencia consiste en pasearse en coche y jugar al bridge. Pero los millones de hombres normales y corrientes que integran nuestra civilización no son más libres para dedicarse a la alta cultura que sus mujeres.
Diré más, no lo son tanto como ellas. La mujer ocupa una posición privilegiada respecto del hombre. Ella reina en un mundo en el que puede hacer lo que le plazca; la mayoría de los hombres han de obedecer órdenes y no hacer otra cosa; han de poner ladrillo sobre ladrillo monótonamente, sin hacer otra cosa; han de sumar cifras y cifras monótonamente, sin hacer otra cosa. Quizá el mundo de la mujer es pequeño, pero ella puede cambiarlo. Una mujer puede decirle cuatro verdades al comerciante de turno. El empleado que haga lo mismo con su jefe se verá por lo general de patitas en la calle, o –por evitar el vulgarismo– se verá libre para dedicarse a la alta cultura. Y sobre todo, como dije en un artículo anterior, el trabajo de la mujer es hasta cierto punto creativo e individual. Puede disponer las flores o los muebles según su fantasía. No creo que el albañil pueda hacer lo mismo con los ladrillos, sin grave riesgo de su persona y la del prójimo. Si la mujer ha de poner un simple remiendo en la alfombra, puede elegirlo por el color; pero no creo que al de la oficina de correos le esté permitido franquear un paquete según el color de los sellos, y preferir por ejemplo uno más barato porque es malva claro a uno más caro que es rojo chillón. Una mujer quizá no siempre cocine artísticamente, pero puede hacerlo. Puede variar la composición de una sopa de manera personal e imperceptible. Pero ¡ay del empleado que varíe de manera personal e imperceptible la cifras de la contabilidad!
Lo bueno es que la cuestión que aquí planteo, que es la verdadera, no se discute. Lo que se alega es una cuestión de dinero, no de personas. Lo que me parece falso no son tanto las propuestas de estos reformadores como su mentalidad y sus argumentos. Estoy menos seguro de que las cocinas comunitarias son un error como de que sus defensores están en un error. De entrada, desde luego, hay una gran diferencia entre las cocinas comunitarias de las que hablamos y las comidas comunitarias (monstrum horrendum, informe) que, con intención bárbara y diabólica, evoca mi corresponsal.° Pero en ambos casos el error es el mismo: sus defensores no las defenderán como instituciones humanas. No les interesará el evidente hecho psicológico de que hay cosas que un hombre o una mujer pueden desear hacer por sí mismos. Cosas que él o ella han de hacer de manera creativa, artística, individual... en una palabra, mal. Una de tales cosas es, quién lo diría, elegir esposa. ¿Es otra elegir la comida del marido? Esta es la cuestión: que nadie se plantea.
Y ahora la alta cultura. Conozco esa cultura. Si puedo evitarlo, yo no liberaré a nadie para que se dedique a la alta cultura. Sus efectos sobre los hombres ricos que tienen tiempo para dedicarse a ella son tan horribles que resulta peor que ningún otro de los entretenimientos del millonario, peor que el juego, peor incluso que la filantropía. La alta cultura es creer que el poeta más pequeño de Bélgica es más grande que el poeta más grande de Inglaterra. Es perder todo sentimiento democrático. Es ser incapaz de hablar con un peón sobre deportes, sobre cerveza, sobre la Biblia, sobre las carreras de caballos, sobre la patria o sobre cualquier otra cosa de la que él, el peón, quiera hablar. Es tomarse la literatura en serio, como los aficionados. Es perdonar la indecencia solamente cuando es sombría. Los discípulos de la alta cultura llamarán pala a una pala solo si es para cavar tumbas. La alta cultura es triste, mezquina, desabrida, antipática, poco honesta y nada relajada. Es «alta», en suma: este epíteto abominable (que también se aplica al juego) la describe perfectamente.
No; si se me pide que liberemos a la mujer para otra cosa, quizá esté más dispuesto. Si se me promete, en privado y solemnemente, que las liberaremos para que bailen en las montañas como ménades, o para que adoren a alguna divinidad monstruosa, estaré más de acuerdo. Si se me asegura que las señoras de Brixton, tan pronto como dejen la cocina, se pondrán a aporrear tantanes y soplar cuernos en el bosque, convendré en que al menos son ocupaciones humanas y acaso divertidas. Las mujeres han sido liberadas para ser bacantes, para ser vírgenes mártires, para ser brujas. No les pidamos ahora que se rebajen al nivel de la alta cultura.
Yo tengo mis propias ideítas sobre la emancipación de la mujer, pero me temo que nadie las tomará en serio si las expongo. Apoyaré toda iniciativa que aumente la enorme autoridad de la mujer en la casa y su acción creativa en ella. La mujer, por regla general, es una déspota; el hombre, por regla general, es un siervo. Aprobaré toda propuesta que vuelva a la mujer más déspota. Lejos de querer que se traiga de fuera la comida hecha, deseo que cocine ella misma con mayor libertad e imaginación de lo que lo hace. Lejos de querer que vaya siempre por la misma comida al mismo sitio, deseo que invente, si le place, un plato todos los días de su vida. Que la mujer sea más hacedora, no menos. Y llevamos razón al hablar de «la mujer»; solo los canallas hablan de mujeres. Los hombres, en cambio, hablan de hombres, y esta es la gran diferencia. Los hombres representan el elemento democrático y deliberante de la vida. La mujer encarna el elemento despótico.